
GÉNESIS CAPÍTULO 4
Nuestra estructura personal y el entorno en que vivimos pueden llevarnos a situaciones de gran vulnerabilidad con respecto al pecado. Podemos aprender observando a Caín.
SU HISTORIA
Nuestra estructura personal y el entorno en que vivimos pueden llevarnos a situaciones de gran vulnerabilidad con respecto al pecado. Podemos aprender observando a Caín.
SU HISTORIA
Este capítulo de Génesis narra una historia de enemistad que acabó con el asesinato de un hermano perpretrado contra otro, sangre contra sangre. La espiral de ruptura en las relaciones interpersonales que comenzó con el enfrentamiento entre Adán y Eva después de su rebelión contra Dios se extiende y profundiza. En Génesis 3 vimos esposo contra esposa, aquí vemos hermano contra hermano. Es difícil no percibir cómo el pecado rompe nuestras relaciones con otros seres humanos.
Es plausible pensar que la enemistad entre los dos hermanos sufrió un proceso creciente. No es una barbaridad pensar que entre ellos debieron darse diferentes situaciones, circunstancias y episodios que fueron alimentado esta creciente actitud negativa de Caín respecto a su hermano Abel. El capítulo 4 de Génesis nos narra una de ellas que, si aceptamos la primesa anterior, se debió de sumar a muchas otras para desembocar en las fatales consecuencias que se describen en el texto, la trágica muerte de Abel.
Leemos que ambos hermanos ofrecieron a Dios ofrendas libres y voluntarias. El texto, sin embargo, nos indica que la ofrenda de Abel fue mejor recibida que la de su hermano Caín. Aquel, ofreció de lo mejor de sus ganados. Este, ofrecio del fruto de la tierra, sin ninguna mención cualitativa a su ofrenda.
La Biblia nos indica que Dios no miró con agrado ni a Caín ni a su ofrenda. Vale la pena detenerse en este matiz. Con el mismo se indica que no era únicamente una cuestión exterior, es decir, el tipo de ofrenda que presentó Caín, sino también interior, tenía que ver con las motivaciones y las actitudes con que la misma era presentada. Vamos, que a Dios no le interesa únicamente lo que hacemos y su calidad, que le importa, sino también la motivación y actitud que hay detrás de todo ello.
Caín no se tomó nada bien la reacción de Dios con respecto a su ofrenda. En "Dios habla hoy", la versión de la Biblia en lenguaje actual, se nos dice que Caín, "se enojó muchísimo y puso muy mala cara". El texto hebreo, cuando habla de la irritación que sentía nuestro personaje, dice literalmente, "se quemaba enormemente por dentro". Es una buena manera de describir la ira, una especie de incendio emocional interno. Si observamos más de cerca la reacción de Caín vemos que todo el episodio no le produjo ni depresión ni desánimo, antes al contrario, una gran rabia. Ni por un momento se paró, pensó y evaluó su conducta y de dónde podía proceder ese rechazo de parte de Dios. Desarrollo y alimentó la rabia. Poner mala cara nos habla de la amargura que produjo en Caín la reacción del Señor ante su ofrenda.
En resumidas cuentas, el rechazo que experimentó de parte de Dios Caín lo canalizó hacia su hermano Abel. En su interior se produjo una erupción de ideas, sentimientos, actitudes y emociones negativas hacia su hermano. Uno puede pensar que la mente de Caín debía de ser una auténtico huracán emocional, la palabra torbellino sería insuficiente para describir su estado interior.
En el versículo 6 se produce un diálogo entre el Señor y Caín. Dios le advierte que se estaba colocando en una situación de vulnerabilidad con respecto al pecado y que este podría tomar ventaja de la misma para dominarlo. Caín es advertido de esta posibilidad y de su responsabilidad de evitar que sucede. Debe evitarlo porque está en su mano hacerlo.
Si Caín continuaba cultivando sus sentimientos negativos hacia Abel y no hacía nada para manejarlos y confrontaros, estos acabarían dominándolo, controlándolo y dictaminando cuál sería su conducta posterior. Cuando uno piensa en la advertencia de Dios es fácil traer a la mente las palabras que Santiago escribió al respecto: "...cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engrendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz a la muerte". (Santiago 1:14-15)
Es plausible pensar que la enemistad entre los dos hermanos sufrió un proceso creciente. No es una barbaridad pensar que entre ellos debieron darse diferentes situaciones, circunstancias y episodios que fueron alimentado esta creciente actitud negativa de Caín respecto a su hermano Abel. El capítulo 4 de Génesis nos narra una de ellas que, si aceptamos la primesa anterior, se debió de sumar a muchas otras para desembocar en las fatales consecuencias que se describen en el texto, la trágica muerte de Abel.
Leemos que ambos hermanos ofrecieron a Dios ofrendas libres y voluntarias. El texto, sin embargo, nos indica que la ofrenda de Abel fue mejor recibida que la de su hermano Caín. Aquel, ofreció de lo mejor de sus ganados. Este, ofrecio del fruto de la tierra, sin ninguna mención cualitativa a su ofrenda.
La Biblia nos indica que Dios no miró con agrado ni a Caín ni a su ofrenda. Vale la pena detenerse en este matiz. Con el mismo se indica que no era únicamente una cuestión exterior, es decir, el tipo de ofrenda que presentó Caín, sino también interior, tenía que ver con las motivaciones y las actitudes con que la misma era presentada. Vamos, que a Dios no le interesa únicamente lo que hacemos y su calidad, que le importa, sino también la motivación y actitud que hay detrás de todo ello.
Caín no se tomó nada bien la reacción de Dios con respecto a su ofrenda. En "Dios habla hoy", la versión de la Biblia en lenguaje actual, se nos dice que Caín, "se enojó muchísimo y puso muy mala cara". El texto hebreo, cuando habla de la irritación que sentía nuestro personaje, dice literalmente, "se quemaba enormemente por dentro". Es una buena manera de describir la ira, una especie de incendio emocional interno. Si observamos más de cerca la reacción de Caín vemos que todo el episodio no le produjo ni depresión ni desánimo, antes al contrario, una gran rabia. Ni por un momento se paró, pensó y evaluó su conducta y de dónde podía proceder ese rechazo de parte de Dios. Desarrollo y alimentó la rabia. Poner mala cara nos habla de la amargura que produjo en Caín la reacción del Señor ante su ofrenda.
En resumidas cuentas, el rechazo que experimentó de parte de Dios Caín lo canalizó hacia su hermano Abel. En su interior se produjo una erupción de ideas, sentimientos, actitudes y emociones negativas hacia su hermano. Uno puede pensar que la mente de Caín debía de ser una auténtico huracán emocional, la palabra torbellino sería insuficiente para describir su estado interior.
En el versículo 6 se produce un diálogo entre el Señor y Caín. Dios le advierte que se estaba colocando en una situación de vulnerabilidad con respecto al pecado y que este podría tomar ventaja de la misma para dominarlo. Caín es advertido de esta posibilidad y de su responsabilidad de evitar que sucede. Debe evitarlo porque está en su mano hacerlo.
Si Caín continuaba cultivando sus sentimientos negativos hacia Abel y no hacía nada para manejarlos y confrontaros, estos acabarían dominándolo, controlándolo y dictaminando cuál sería su conducta posterior. Cuando uno piensa en la advertencia de Dios es fácil traer a la mente las palabras que Santiago escribió al respecto: "...cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engrendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz a la muerte". (Santiago 1:14-15)
Y así fue en la historia de Caín. No pudo dominar su pecado y este le dominó a él. Se colocó en una situación de vulnerabilidad, no supo manejar y canalizar sus emociones y estas se desbordaron de forma destructiva y asesina.
SU HISTORIA Y NUESTRA HISTORIA
SU HISTORIA Y NUESTRA HISTORIA
La historia de Caín se relaciona con la nuestra porque evoca nuestra vulnerabilidad hacia el pecado. Todos podemos vernos en situaciones que, de no manejarlas adecuadamente, pueden llevarnos a vernos controlados y dominados por el pecado y producir en nosotros la muerte. No la muerte en el sentido de que vayamos a asesinar a alguien, que podría darse, sino más bien en el sentido que el pecado lo único que produce es destrucción, corrupción, desintegración y ruptura.
El mundo postmoderno en que nos ha tocado vivir se caracteriza, entre muchas otras cosas, por una constante decadencia y destrucción de los valores de la cultura judeo-cristiana. Estos valores, que en el pasado constituían el sustento moral de nuestra sociedad, han sido sustituidos por una liberalidad creciente.
Unida a esta erosión de los valores encontramos una creciente presión de los medios de comunicación masiva que de forma constante están bombardeando nuestros sentidos y apelando a nuestros deseos y transmitiendo la idea de que cualquier tipo de control equivale a represión y, por tanto, incluso es emocionalmente dañino.
Unamos a todo lo anterior nuestra estructura personal única y singular que hace que cada uno de nosotros tengamos diferentes sensibilidades y niveles de vulnerabilidad con respecto al pecado. Dicho de otro modo, lo que crea vulnerabilidad en mi vida, dada mi estructura personal, puede no ser un problema en absoluto para otra persona. Estos niveles personales de vulnerabilidad pueden verse acentuados o suavizados por el entorno en que vivimos.
El mundo postmoderno en que nos ha tocado vivir se caracteriza, entre muchas otras cosas, por una constante decadencia y destrucción de los valores de la cultura judeo-cristiana. Estos valores, que en el pasado constituían el sustento moral de nuestra sociedad, han sido sustituidos por una liberalidad creciente.
Unida a esta erosión de los valores encontramos una creciente presión de los medios de comunicación masiva que de forma constante están bombardeando nuestros sentidos y apelando a nuestros deseos y transmitiendo la idea de que cualquier tipo de control equivale a represión y, por tanto, incluso es emocionalmente dañino.
Unamos a todo lo anterior nuestra estructura personal única y singular que hace que cada uno de nosotros tengamos diferentes sensibilidades y niveles de vulnerabilidad con respecto al pecado. Dicho de otro modo, lo que crea vulnerabilidad en mi vida, dada mi estructura personal, puede no ser un problema en absoluto para otra persona. Estos niveles personales de vulnerabilidad pueden verse acentuados o suavizados por el entorno en que vivimos.
Uno tiene que ser muy consciente de sus áreas y niveles de vulnerabilidad porque el pecado siempre está al acecho para controlarnos y tomar ventaja sobre nosotros. Es por eso que la Biblia nos advierte sobre la importancia de no dar lugar al diablo y también nos advierte por medio del apóstol Pedro que el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. La verdad, no suena muy diferente de la advertencia que Dios le dio a Caín.
Tenemos un buen reto por delante. Se trata de trabajar a fin de neutralizar la influencia del pecado en sus primeros estadios o manifestaciones, resistirla y no permitir que prevalezca sobre nosotros para que no nos controle y domine. Se trata de conocernos a nosotros mismos para asegurarnos qué situaciones nos colocan en una posición de vulnerabilidad y tratar, a todo precio, de evitarlas.
Miles de años nos separan de Caín, pero el problema humano sigue siendo el mismo.
¿QUÉ PASA CONTIGO?
Tenemos un buen reto por delante. Se trata de trabajar a fin de neutralizar la influencia del pecado en sus primeros estadios o manifestaciones, resistirla y no permitir que prevalezca sobre nosotros para que no nos controle y domine. Se trata de conocernos a nosotros mismos para asegurarnos qué situaciones nos colocan en una posición de vulnerabilidad y tratar, a todo precio, de evitarlas.
Miles de años nos separan de Caín, pero el problema humano sigue siendo el mismo.
¿QUÉ PASA CONTIGO?
1. ¿Cuáles son las áreas de vulnerabilidad en tu vida?
2. ¿Cuáles están relacionadas con tu propia estructura personal y cuáles con el ambiente en que vives?
3. ¿Qué puedes hacer para neutralizar y manejar unas y otras? ¿Quién podría ayudarte?
2. ¿Cuáles están relacionadas con tu propia estructura personal y cuáles con el ambiente en que vives?
3. ¿Qué puedes hacer para neutralizar y manejar unas y otras? ¿Quién podría ayudarte?
No menos que interesante. Hacía tiempo que no leía un buen aporte, de esos que te hacen reflexionar durante el día.
ResponderEliminarMe gustaría aprender más de Dios
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